La protagonista, Karma, está escribiendo su propia novela, su propia historia. Esto le permite manipular situaciones, personajes... Y generar momentos que casi rozan lo absurdo. Momentos que hacen pensar al público: ¿Cómo contamos nuestra propia vida? ¿Cómo la manipulamos para narrarla? ¿Con qué objetivo lo hacemos?
Yo siempre seré yo a pesar de ti insiste en la línea de Gordas: una puesta en escena pulcra, limpia, bien coreografiada, sin grandes artefactos, y donde la importancia está en la historia. Eso sí, narrada con mucho sentido del humor.